Un nacimiento nuevo, la fortaleza que faltaba para lograrlo.
El insentivo que necesitaba Alan Kenzo para seguir tirando de la cuerda,
para dejar caer el telón de lo que fue una mala experiencia.
La sorpresa de dar pasos nuevos,
guías brillantes de paz que sonríen por el orgullo olvidado.
Todo por una pequeña princesa,
una niña con rostro de ángel y corazón de valiente.
Una niña con pecas de igualdad,
la imagen de la burbuja perfecta que se aparta de la inestabilidad mientras esquiva la tormenta. La primera impresión de un capricho,
de lo irreal.
Hipnotizado completamente por el divino hecho de creer en un buen corazón que atrajo como un imán toda mi existencia.
"Yo no voy a cambiar, seguiré siendo el mismo para siempre"
Para siempre no existe, de todas las formas posibles habrá una reacción, un cambio. ¿Pero por qué no morir intentándolo? ¿Por qué no vivir por aquel "para siempre"? ¿Por qué no confiar en el "Vivieron felices..."?
Me gusta la idea de convertir el cariño dulce y melancólico en un viento arrasador, en los sonidos majestuosos de un corazón en vela. Un corazón que siente, cuando yo lo creía olvidado.
Un corazón que no me arrepiento de haber intercambiado
Alan Kenzo